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1 DOMINGO DE ADVIENTO

 

 

-- 1 de Diciembre de 2024

Jeremías 33: 14-16;
Tesalonicenses 3: 12-4:2;
Lucas: 21: 25-28, 34-36

 

 

 

 

 

 

Adviento

 

 

I

 

 

 

 


1. -- Sr. Kathleen Maire  OSF <KathleenEMaire@gmail.com>

2. -- P. Jude Siciliano, OP <FrJude@JudeOP.org>

 

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1.

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Estamos en la primera semana de Adviento y la Iglesia nos invita hoy a situarnos entre dos realidades- la primera venida de Cristo que celebramos en la Navidad y la segunda venida que anticipamos al final de los tiempos. Es como si estuviéramos en una balanza- entre la memoria de lo que ya ha pasado y la esperanza de lo que va a venir. La memoria de la primera venida nos da una base por nuestra fe. La esperanza de la plenitud del Reino nos da motivo para seguir adelante en nuestra lucha durante la vida. Tenemos cuatro semanas en Adviento para meditar las muchas venidas de Dios en nuestra vida. Es cierto que Dios viene; debemos estar atentos para no perder la gracia que nos llega en momentos menos esperados. Debemos tomar en serio las palabras de Jesús, “Estén alertas”.

Uno de los mensajes de las lecturas es que, a pesar de la escena espantosa que vemos, los signos indican que la hora de nuestra liberación está cerca. Es una liberación de los vicios y pecados, y la inauguración del tiempo de la justicia. El Evangelio habla de un tiempo de transformación, transformación no del mundo material, sino una transformación de la humanidad, que cambiará de una vida de vicio a una vida de justicia según la voluntad de Dios.

San Pablo habla de esta vida nueva. Dice que es una vida de amor mutuo y hacia todos los demás. Es una comunidad de personas con corazón irreprochable en la santidad, y en compañía de todos los santos. En este nuevo tiempo, viviremos según la voluntad de Dios, y no daremos lugar a los vicios que nos roban la paz y la esperanza. En este nuevo tiempo, tendremos seguridad, confiados en la protección de Dios que ama a su pueblo.

En el Evangelio, Jesús está hablando de lo que pasa aquí en la tierra, no en los cielos. Dice que debemos vivir alertas, mirando los signos de los tiempos. Tenemos que prestar atención a lo que está pasando en nuestro momento de la historia, para estar listos a entender cómo debemos estar comunicando la buena nueva del amor de Dios. En las últimas semanas, hemos visto tragedias de violencia, de clima y de crimen. Especialmente la violencia de humano contra humano nos deja en un estado de duda.

Uno de los signos de nuestro tiempo es el miedo. Las noticias nos anuncian lo peor que los seres humanos pueden llegar hacer a los demás. Entonces, vivimos sospechoso de gente de otro color, de otra religión y de otra raza. En vez de ver vecinos y hermanos, muchos los ven como enemigos. A veces ni podemos distinguir entre personas de otras razas y religiones. Ponemos todos en un grupo que es lejos de nuestra humanidad y actuamos como si no tienen derecho a nuestra compasión y amistad. Tenemos que estar alertas para no dejar que el miedo controle nuestros pensamientos.

Jesús insiste, “Estén alertas”. Debemos estar alertas acerca de lo que tenemos en nuestro corazón. Si es odio y deprecio, ya es tiempo de transformación. Si es envidia, es tiempo de pedir comprensión. Si es egoísmo, es momento de pedir generosidad. Si es preocupación de sí mismo, es la hora de pedir compasión. Si es venganza, debemos pedir perdón. Si es miedo, es el momento de pedir confianza en la bondad de Dios.

Sabemos que los días de nuestra redención ya llegaron con la primera venida de Cristo. Sin embargo, nuestra transformación sigue durante toda nuestra vida. Como dice el Evangelio, “Estén alertas.”

 

Sr. Kathleen Maire  OSF <KathleenEMaire@gmail.com>

 

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2.
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“PRIMERAS IMPRESIONES”
PRIMER DOMINGO DE ADVIENTO
1 de Diciembre de 2024

Jeremías 33:14-16; Salmo 25; 1 Tes. 3:12-4:2; Lucas 21:25-28, 34-36

Judas Siciliano , OP

 

Queridos predicadores:

 

Considero que el Adviento es un tiempo maravilloso para predicar a partir de los profetas, y por eso es por donde empiezo hoy. Los predicadores necesitamos un poco de aliento para dejar de recurrir automáticamente a la selección del evangelio para nuestra predicación; tal vez las siguientes reflexiones nos ayuden a dar el paso y predicar a partir de la primera lectura. Tal vez quieras intentarlo incluso durante el Adviento: es un buen ejercicio de estiramiento.

Por medio de Jeremías, Dios promete: “…cumpliré la promesa que hice a la casa de Israel y de Judá”. Naturalmente, quiero preguntar: “¿Qué promesa fue esa?”. ¿Cuál fue la promesa que Dios hizo y que tiene la intención de cumplir? Primero noto que hay una extraña mezcla en esta declaración de Jeremías: “cumpliré…”. Suena muy definitiva, no hay dudas acerca de la intención de Dios. Pero también tiene una ambigüedad: ¿cuándo sucederá esto? No se nos da una pista. Así es la Biblia cuando habla del futuro. No llegamos a saber la fecha en que sucederá un evento prometido; lo que sí recibimos es una promesa definitiva de que sucederá. Jeremías, como otros profetas, no está hablando del futuro; no está “profetizando” en el sentido popular de la palabra. Incluso cuando mencionan un evento futuro, los profetas se están dirigiendo al presente. Es en el presente que necesitamos seguridad; necesitamos escuchar una palabra de aliento de Dios, especialmente en tiempos difíciles.

La promesa se explica en el versículo siguiente: Dios prometió a David (a través de Natán, cf. 2 Sam 7: 8-16) que su linaje duraría para siempre. Ahora Jeremías repite esa promesa: viene un nuevo gobernante en el linaje de David, un "retoño justo". El pueblo llegó a identificar este "retoño justo" con el mesías. Cuando el Mesías viniera, la justicia sería declarada sobre la tierra, la justicia sería la regla. Entonces, "Judá estará a salvo y Jerusalén habitará segura...". Puedes ver por qué se eligió esta lectura para el primer domingo de Adviento. El pueblo anhela lo que todos anhelamos. Queremos vivir juntos en paz y seguridad. Queremos buenos líderes, hombres y mujeres en quienes podamos confiar para que nos guíen en la justicia; líderes que se ocupen de las necesidades de todos, no solo de aquellos que pueden comprar patrocinio mediante contribuciones a fondos de campaña. Queremos una nación donde no haya nadie excluido; donde los débiles y vulnerables sean considerados importantes; donde nadie carezca, sino que todos tengan lo necesario para una vida plena. Esta es una lectura para un pueblo desolado que vive en el exilio y que necesita saber que Dios no lo ha abandonado. Tener esperanza en el futuro puede hacer soportable el duro presente. La esperanza también puede fortalecer nuestras intenciones de apresurar el futuro haciendo algo por solucionar las desigualdades actuales. Para repetir: los profetas están más preocupados por el presente que por el futuro.

Creemos que Jesús es el cumplimiento de la promesa que Dios hizo a través de Jeremías. Él es el que ha venido y el que aún debe venir. Con la llegada de Jesús se ha declarado la justicia, la paz y la seguridad de Dios. Ahora sabemos cómo es el cumplimiento de la promesa: se parece a Jesús. En él tenemos nuestra seguridad definitiva; todas las demás seguridades resultarán volubles y falsas. En Cristo, el "vástago justo", estamos llamados a ser signos de la promesa de Dios en el mundo. Estamos invitados a actuar como lo hizo Jesús: a denunciar la injusticia, a estar del lado de los marginados, a perdonar a quienes nos ofenden, a proteger la vida en todas sus formas, a alimentar a los pobres, etc.

El Leccionario consta de tres ciclos. En cada uno de los primeros domingos de Adviento, los pasajes del Evangelio son apocalípticos, tratan del fin del mundo y de la venida de Cristo, como dice Lucas hoy, "con poder y gran gloria". El mensaje es claro y se establece un clima: el comienzo del Adviento todavía no se trata de pesebres y pastores. El Adviento comienza con el recordatorio de que Dios hará una poderosa intervención en la historia humana. Si bien nuestra fe nos asegura que Cristo regresará, no nos dice cuándo. Lucas dice que la venida de Cristo consternará y asustará a la gente; pero los creyentes deben tener coraje: "vuestra redención está cerca".

Pero el pasaje da a entender que la demora en la Parusía ha hecho que algunos en la comunidad de Lucas flaqueen en su fe, tengan ansiedad y recurran a “orgías y borracheras”. La comunidad de Lucas estaba sufriendo e injusticia. Tal vez la gente se había desanimado tanto que había recurrido a otras salidas (“orgías y borracheras” se puede aplicar a una miríada de actividades de evasión). Tal vez también habían renunciado a la capacidad de Dios para cumplir las promesas que Dios había hecho a profetas como Jeremías y a través de Jesús. Lucas está tratando de animar a una iglesia asediada y recordarles que Dios sigue siendo soberano y tiene un tiempo establecido para los grandes eventos que anuncian el regreso del “Hijo del Hombre”. Lucas quiere que los creyentes digan: “Estamos listos para encontrarnos con el Señor cuando venga, y mientras tanto, nos mantenemos firmes dando testimonio de su nombre.

¡Qué tema tan incómodo! Trate de hablar de la segunda venida en su próxima cena. Es una manera segura de acabar con una conversación y ganarse miradas extrañas. De hecho, es difícil ver la Buena Nueva en la destrucción del mundo tal como lo conocemos, incluso si eso significa que "la redención está cerca". ¿Quién podría escuchar la Buena Nueva en el evangelio de hoy? Parecemos tan enredados en la forma en que es el mundo, que hablar de su fin suena muy amenazante.

Pero nosotros, los predicadores, debemos indagar más profundamente y preguntar: ¿Qué angustia y descontento se esconden bajo la "cara feliz" exterior que la gente muestra al mundo? ¿Qué dolor soporta la gente en silencio? ¿Qué toque sanador anhela? ¿Qué puede decir el predicador para despertar el hambre que todos sentimos, sin importar lo cómodos que parezcamos por fuera? Además, no debemos olvidar que los que estamos en el primer mundo somos privilegiados (aunque incluso en nuestra cómoda tierra hay gente que sufre privaciones). Aquellos que viven en tierras donde la supervivencia es la cuestión, donde la vida diaria parece como si el mundo se estuviera desmoronando y colapsando, son precisamente las personas que anhelan el fin del mundo que conocen. Conozco a un hombre que está cumpliendo una condena dura en una prisión de máxima seguridad y que aplaude la Parusía. "¡Acaba con todo!", le dice al Señor. Así que, de una manera u otra, todos tenemos hambre de un mundo nuevo. Hoy le damos nombre a ese hambre y oramos para que podamos participar de algún modo en el plan de Dios de crear un nuevo orden mundial.

El atractivo del Adviento para muchos fieles es que proporciona el espacio, el tiempo, las palabras, la oración y los rituales para decir lo que tienen en la mente y en el corazón. Las cosas no están bien, por eso el predicador menciona lo que "aún no está bien" y espera despertar un hambre por el mundo que Dios imagina para nosotros y un deseo de hacer lo que podamos para arreglar las cosas. No podemos hacer que suceda; no podemos controlar cuándo el Señor estará de nuevo entre nosotros. Por eso, siguiendo su consejo, nos mantenemos vigilantes, manteniendo los ojos despiertos para captar las muchas formas en que ya está presente entre nosotros. Mientras esperamos que se cumpla la promesa de Dios, el Adviento es un tiempo para renovarnos; para destapar nuestros oídos a la voz de Dios que habla a través de las Escrituras y en el mundo que nos rodea.

Resulta extraño celebrar Acción de Gracias el jueves de la semana pasada, seguido inmediatamente por este primer domingo de Adviento. Parece un choque entre nuestra vida diaria "allá afuera" y nuestra vida litúrgica "aquí adentro". Al igual que la gente de la época de Jeremías, estamos comprometidos en una lucha diaria para ser fieles a nuestro Dios. Por lo tanto, podríamos combinar los dos eventos del calendario invitando a la gente a dar gracias por un Dios fiel que está con nosotros mientras vivimos nuestras vidas esperando la venida del Salvador.

 

P. Jude Siciliano, OP <FrJude@JudeOP.org>

 

Haga clic aquí para obtener el enlace a las lecturas de este domingo.
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/120124.cfm
 


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