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Adviento 1 (B) 12/3/2023 Isaías 63:16b-17, 64: 2-7 1Corintios 1: 3-9 Marcos 13: 33-37
Es casi imposible no reconocer que ya estamos en tiempo de preparación para la Navidad. Las tiendas, la propaganda, la música, los adornos de las calles, la expectativa de los niños- todo eso es como una sinfonía de sonidos anunciando la llegada de Navidad, o por lo menos un aspecto de la celebración. Pero la Iglesia hoy nos invita a pensar en otra realidad, el verdadero sentido de la fiesta, o sea la llegada de Cristo y el sentido en nuestras vidas y nuestra historia.
El Adviento o las cuatro semanas antes de la Navidad es un tiempo de espera. Todos tenemos muchas experiencias de espera- en las agencias, la tienda, el banco, la oficina del doctor, la parada de buses y trenes. En cada uno sabemos exactamente lo que estamos esperando. Es un poco diferente con El Adviento. No estamos esperando le nacimiento de Jesús, porque Jesús ya vino hace dos mil años. Ni estamos esperando el fin del mundo como los primeros cristianos. La historia nos ha enseñando que no sabemos cuando esto vendrá. Lo que estamos esperando es la apariencia del Reino de Dios, y esta apariencia viene poco a poco, y solo con nuestra colaboración.
Estamos de verdad anhelando la llegada de Reino, de paz y de reconciliación. Lo estamos anhelando porque no podemos aguantar más un mundo de violencia y de odia, de malicia y de mentira. No podemos aguantar más un mundo de opresión contra los pobres y oprimidos. No podemos aguantar más un mundo que funciona según el mandato de dinero. Queremos que venga el reino de justicia y de reconciliación, de compartir y de paz, de compasión y de generosidad. Queremos que venga un mundo de esperanza, donde hasta los más desdichados esperen alivio. Queremos que venga un mundo basado no en la experiencia humana, sino en la promesa de Dios.
Podemos tener esperanza porque hemos visto signos de este Reino, signos en la bondad de nuestros familiares y amigos, signos en la generosidad de nuestros papas y abuelos, signos en el sacrifico de esposos por el bien de sus hijos, signos en la entrega de nuestros compañeros en la Iglesia. Sabemos que el poder de Dios puede vencer lo malo, y entonces vivimos en esperanza.
Lo que escuchamos en la primera lectura es el lamento del pueblo, un lamento por la manifestación del Reino que la gente esperaba. Tal vez es la oración perfecta para nosotros, porque nuestras esperanzas no se han manifestado todavía. Sin embargo, seguimos rezando como la gente de Israel, pidiendo que Dios se haga presente con su justicia y su poder. Las lecturas nos urgen que nos movamos de nuestras quejas a una actitud de confianza. O sea, que tenemos que esperar en confianza.
En estos días cuando hay tanta confusión y estamos preocupados por las detalles de nuestra celebración familiar, es importante recordar cada día, que tenemos responsabilidad por la llegada del Reino de Dios. Todo los que anhelamos: paz, compasión, generosidad, justicia, reconciliación y amor, vendrán solamente por medio de nuestro esfuerzo y trabajo. Debemos incluir los trabajos del Reino como parte integral de nuestra preparación.
"Sr. Kathleen Maire OSF" <KathleenEMaire@gmail.com> |
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