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XXVIII

DOMINGO

(B)

XXVIII Domingo Ordinario (B)

 

 

10/13/2024


Sabiduría 7: 7-11;
Hebreo
4: 12-13;
Marcos
10: 17-30

 

El evangelio del día de hoy sigue desarrollando el tema propuesto al final del evangelio de la semana pasada, “el que no reciba el reino de Dios como un niño, no entrará en él”  El joven rico se acercó a Jesús y  le preguntó lo que tenía que hacer para alcanzar la vida eterna.  Pero no estaba abierto a hacer los sacrificios que Jesús le propuso.  Jesús le había ofrecido al joven la única ocasión de su vida, la oportunidad para convertirse en discípulo intimo de Jesús y participar en su misión de evangelización.  Jesús mismo se entristeció por el rechazo. 

 

Al leer el evangelio hoy nos damos cuenta de que la cuestión de riqueza es un desafío desde el tiempo de Jesús.  Vemos que este hombre joven era buena persona y Jesús le miró con amor.    El había observado los mandamientos, pero quería algo más.  Jesús le extendió la invitación de seguirle como discípulo, pero el hombre no pudo dejar lo que tenia de bienes.  No pudo aceptar la invitación con el entusiasmo de un niño.

 

Con las palabras de Jesús, “Que difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios”, se asustaron los apóstoles.  Ellos consideraban la riqueza un signo del favor de Dios.  Pensaron que Dios protegía a los fieles dándoles muchos bienes.  Parece que los apóstoles querían posiciones de poder y privilegios por sí mismos, pensando que Jesús iba a inaugurar un Reino basado en los reinos de los poderosos.

 

 Jesús les asustó aun más con su comentario sobre el camello pasando por el ojo de una aguja.  Probablemente nosotros estamos confundidos también.  Sabemos que la pobreza no es bueno- en su extremo la pobreza roba la persona de las posibilidades de desarrollar su mente y sus talentos.  Una persona necesita suficiente dinero para participar en la sociedad como miembro productivo- con tiempo para una vida social y sus intereses personales.  Y vemos que hasta la Iglesia pide dinero para mantener edificios y trabajos, y para pagar sus empleados.  Entonces, ¿cómo podemos entender el mensaje?  

 

Tal vez nos ayuda otras palabras de Jesús.  ¡Qué difícil es para los que confían en las riquezas, entrar en el Reino de Dios!”  El problema existe cuando estamos tan preocupados por los bienes del mundo que olvidamos la importancia de vivir según el mandamiento de amor que enseñó Jesús.  El problema existe cuando no queremos preocuparnos de las necesidades de vecinos y pobres porque queremos gastar demasiado en nuestros hijos.  El problema existe cuando pensamos que podemos comprar la felicidad.  El problema existe cuando sacrificamos comunidad por dedicarnos a ganar dinero.  El problema existe cuando pensamos que podemos mantenernos seguros sin depender de otros. 

 

Seguirle a Jesús con todo el corazón trae sacrificios, y hasta persecución.  Pero seguirle a Jesús trae también felicidad y la promesa de unión con Dios aquí en la tierra como en el cielo.  Debemos aceptar la invitación de Jesús de vivir como niños, con un corazón lleno de confianza y esperanza.


Sr. Kathleen Maire  OSF <KathleenEMaire@gmail.com>


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