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Sr. Kathleen Maire OSF <KathleenEMaire@gmail.com>2. --
P. Jude Siciliano, OP <frjude@judeop.org>
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XXVII Domingo Ordinario (B)
10/6/2024
Génesis
2:18-24; Hebreos 2: 9-11; Marcos 10: 2-16
El autor del libre de Génesis ha captado una realidad muy profunda en una sola frase. “No es bueno que el hombre esté solo.” Podemos decir lo mismo para la mujer, el niño, y cualquier otro ser humano. No es bueno es la persona humana esté solo. Es solamente en contacto con otros que aprendemos quienes somos, y nos damos cuenta de nuestras fallas y éxitos en la vida.
Hemos leído estudios que nos expliquen como sufre un bebé cuando este niño no está rodeado de cariño. El niño necesita más que el cuidado físico. Tiene que estar tocado con afección, escuchar una voz que le asegura, saber que alguien está cerca cuando llora. A través de la vida, la expresión de este cariño cambia, pero la necesidad de afección, de seguridad, y de cariño sigue hasta la muerte. No es posible vivir una vida plena sin un intercambio de palabras, de ideas y de cariño con otro ser humano.
Nuestra identidad, nuestro sentido de valor, nuestra madurez- todos dependen de relaciones humanas. Desde chiquitos, tenemos que formar relaciones fuertes de confianza. Una relación de niño y padre, de niño y madre, no depende de un intercambio entre iguales, es más bien una relación basado en amor. Cuando esta relación está rota por alguna razón, el niño crece buscándola en otra manera.
El tema de las lecturas toca el matrimonio. Indica que el matrimonio debe estar una relación de respeto, de confianza y de igualdad. El matrimonio es muy distinto hoy que en los tiempos de Jesús. Sin embargo, la realidad de una relación sagrada entre dos seres humanos es lo mismo. Un característico de esta relación es fidelidad. Como Dios nos está fiel, así una pareja tiene que ser fiel el uno al otro.
Pero el mensaje de hoy no es solamente para los que están casados. Es importante que cada uno se mantenga en relación con otros- viviendo con respeto, confianza y fidelidad. La amistad es un regalo que Dios ha dado a la humanidad. Vemos a Jesús caminando tres años entre sus amigos, buscando consuelo de sus amigos la noche antes de su muerte, y apareciendo a sus amigos después de la Resurrección. Jesús tuvo una relación intima con su Padre, pero dependía de amigos como persona humana.
Hoy, si somos casados, debemos pedir por nuestro matrimonio la gracia de respeto, confianza y fidelidad. Y por todos los demás, demos pedir estas mismas gracias por las relaciones de amistad que tenemos. Las lindas palabras de la carta a los hebreos nos dicen que el creador y Señor de todas las cosas quiere que todos sus hijos tengan parte en su gloria. Esta gloria puede existir ahora, aquí en la tierra, con las amistades que tenemos. Entonces, sabiendo que no es bueno que vivamos solas, podemos valorar aún mas la relación que tenemos con Dios, con nuestra familia, y con nuestras amistades.
Sr.
Kathleen Maire OSF <KathleenEMaire@gmail.com>
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2.
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“PRIMERAS IMPRESIONES”
DOMINGO 27 (B) 6 de Octubre de 2024
Génesis 2:18-24; Salmo 128; Hebreos 2:9-11; Marcos 10:2-16
Por Jude Siciliano, OP
Queridos predicadores:
A la luz de lo que la gente escuchará en estas lecturas y las realidades y problemas que suscitan, el predicador no puede evitar tratar el tema del matrimonio, el divorcio y las anulaciones. Esta es una predicación que los solteros deben abordar con cuidado, porque incluso con muchos años en el ministerio, todavía hablamos como extraños. Con su experiencia pastoral, sabiduría eclesiástica y el trasfondo bíblico, ¡se puede preparar una homilía que seguramente atraerá a oyentes atentos! La gente seguramente apreciará una lucha honesta con la Palabra en esta ocasión. Tal vez la reflexión de esta semana ayude con el trasfondo y el contexto; agregue a la mezcla su propia experiencia y sabiduría.
Primera lectura: En el Génesis hay dos relatos de la creación, éste es el segundo. En el primero (1,1-2,4), el hombre y la mujer son creados en un solo acto – se les llama Adán. Pero en este segundo relato, el hombre es creado primero. La mujer es creada a partir del propio cuerpo del hombre. Esta no es una historia de creación de subordinación por secuencia y prioridad – el hombre primero, luego la mujer menor. Esta es una historia de profunda intimidad entre los dos. Ella no es creada de su pie para que él la domine; ni es creada de su cabeza, para que ella esté sobre él. Ella viene de donde está su corazón.
Los animales ya están creados y el hombre les ha dado nombre y dominio sobre ellos. Sin embargo, no van a llenar su soledad. Dios realiza un acto de creación por separado y las dos criaturas están en alianza entre sí, hay una fuerte atracción entre los dos. Los dos están desnudos, pero como todavía no hay pecado en el mundo, no hay vergüenza entre ellos. No tienen que temer al cuerpo y no hay pecado asociado a él. Son “una sola carne”, lo que, en el lenguaje original, sugiere una nueva personalidad. En el matrimonio se está formando una nueva personalidad. Lograr esta unidad, respetando aún la singularidad e incluso las idiosincrasias de cada uno, es una hazaña de gran amor y trabajo.
El Evangelio. Es importante captar el espíritu de la época en la que vivió Jesús para ayudar a comprender esta lectura. En el mundo de Jesús, las familias concertaban el matrimonio. El matrimonio era una forma de unir a dos familias. La pareja seguía siendo hija de los padres y dócil a sus decisiones. Así como los hijos no eligen a sus padres, Dios no lo hace, tampoco ellos eligen a sus cónyuges. La idea era que, a través de los padres, Dios elegía a los cónyuges en el matrimonio. En su comentario sobre el mundo de Jesús, Joseph Pilch muestra por qué el divorcio no habría sido aceptable; separa a dos familias. En una cultura donde el honor y la vergüenza juegan papeles tan importantes, un divorcio traería vergüenza a la familia de la novia y los hombres de su familia serían avergonzados. En esta visión del mundo, un divorcio no avergonzaría a la esposa, sino a los miembros masculinos de su familia. Tendrían que vengar el insulto con las consiguientes disputas y derramamiento de sangre. Para evitar esta tragedia, el divorcio estaba prohibido.
La discusión con los discípulos añade una complicación: la pareja divorciada podría volver a casarse. Marcos destaca la situación en la que la mujer (o su familia) podría iniciar el divorcio. La vergüenza para la familia del marido se vería agravada por consecuencias nefastas. Y como una mujer no viviría sola en esa sociedad, un divorcio significaba necesariamente otro matrimonio.
Jesús se refiere a la Ley de Moisés en respuesta a los fariseos. Ellos dicen que Moisés permitió que un “hombre escribiera un certificado de divorcio y se divorciara de su esposa”. Jesús no está de acuerdo. Dice que Moisés “ordenó” que se escribiera esa carta de divorcio “por la dureza de vuestro corazón”. Moisés exigió este procedimiento en una época en la que los hombres despedían a sus esposas por la más mínima infracción doméstica, como una cena quemada, o por la vejez, el aburrimiento o porque un hombre se enamoraba de otra mujer.
Recuerden, Moisés estaba tratando con una sociedad casi analfabeta, por lo que un “decreto escrito” requeriría un largo procedimiento. Y eso es lo que él quería, un largo procedimiento para dificultar el divorcio. En realidad, Moisés estaba protegiendo los derechos de las mujeres. Los fariseos le dicen a Jesús que Moisés “permitió” un decreto de divorcio; Jesús no está de acuerdo y les dice que Moisés “lo ordenó”. Jesús está añadiendo su propia enseñanza. Una mujer no puede ser desechada tan fácilmente como si fuera una mercancía, que alguna vez fue utilizada para tener descendencia y que ahora ya no es útil. Él dice que su relación es mucho más sagrada, “los dos se convierten en una sola carne” y nadie puede separarlos, porque Dios los ha unido.
El matrimonio no marcha muy bien en estos días. Sin embargo, las parejas siguen casándose hablando de “hasta que la muerte nos separe”, no de “hasta que la enfermedad, la vejez o un cambio de carrera exijan otro arreglo”. Los matrimonios en los que he estado son intentos de permanencia, un deseo sincero de cumplir promesas. Sin embargo, a veces da la impresión de que algunas de estas parejas entran al matrimonio como si entraran en un nuevo estado de ser, adquiriendo automáticamente una nueva identidad sólo por estar casados. Tal vez el predicador quiera enfatizar el matrimonio como una vocación. Incluso un predicador célibe puede hablar de “vocación”, y del trabajo duro y la atención que requieren tales compromisos. Tener una vocación es algo que uno hace, en lo que uno está trabajando. Casarse no significa automáticamente “felices para siempre”. Nadie que se embarque en un proyecto serio simplemente supone que ser llamado “atleta” o “estudiante universitario” o “pianista” garantizará el éxito en ese proyecto. Pero dos personas se casan y siguen con sus vidas pensando que el trabajo de estar juntos ya se resolvió durante su período de compromiso. Parece que cuando las personas deciden trabajar en su relación matrimonial, a menudo es porque la han descuidado en favor de otras cuestiones. Son las personas que han logrado matrimonios exitosos a quienes hay que preguntar, y nos contarán cuánto trabajo les ha supuesto.
En la parroquia donde estoy predicando actualmente, este fin de semana van a celebrar una misa para “familias embarazadas”. Se trata de un cambio de lenguaje que revela lo que puede significar convertirse en “una sola carne”; que dos personas comiencen a pensar en lo que significa conservar su singularidad individual al tiempo que se convierten en una nueva “personalidad”. Se escucha en el lenguaje de algunas personas casadas: “Estamos embarazadas”… “nuestros hijos”, “nuestros planes de vacaciones”, “déjame consultar con mi marido… mi esposa”. Una nueva identidad se expresa en sus formas de pensar y hablar.
Haga clic aquí para obtener un enlace a las lecturas de este domingo:
https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/100624.cfm
P. Jude Siciliano
, OP <frjude@judeop.org>