1. -- Carmen Mele, OP <cmeleop@yahoo.com>

2. -- P. Jude Siciliano, OP <frjude@judeop.org>

 

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El Vigésimo Sexto Domingo “durante el año”

29 de Septiembre de 2024

(Números 11:25-29; Santiago 5:1-6; Marcos 9:38-43.45.47-48)


 

En el evangelio hoy Jesús instruye a sus discípulos sobre varias cuestiones discutidos en su tiempo o en el tiempo de la predicación de los apóstoles.  No son necesariamente las cuestiones más controvertidos hoy en día, pero tiene alguna relevancia a nosotros y nuestras familias.  Que nos consideremos las cuatro declaraciones de Jesús por su importancia en tiempos bíblicos y cómo se aplican a la contemporaneidad.

 

Cuando Juan informa a Jesús que han prohibido a un hombre expulsar demonios en el nombre de él, Jesús lo corrige.  Sabe que no se puede hacer algo verdaderamente bueno, si no tiene la gracia del Espíritu Santo.  Es cómo unos católicos hoy en día no quieren apoyar por nada a las “misiones” evangélicas que socorren a los desamparados.  Es cierto que casi siempre hay caridades católicas haciendo algo semejante, pero esto no debe ser pretexto de desconocer los esfuerzos de otros grupos cristianos.

 

Nos alienta escuchar historias de peregrinos siendo acogidos por los habitantes de lugares cerca de los santuarios.  El año pasado los lisboetas abrieron sus puertas a un millón de visitantes asistiendo en la Jornada Mundial de Jóvenes.  Como el evangelio dice, “… aquel que les dé a beber un vaso de agua por el hecho de que son de Cristo, les aseguro que no se quedará sin recompensa”.  A lo mejor, este dicho aplica particularmente al tiempo de la Iglesia antigua cuando los apóstoles iban evangelizando en tierras foráneas.  Ahora algunos querrían cambiar el dicho para que sea más oportuna a las urgencias actuales. 

 

Hace diez años el obispo de Memphis, Tennessee, creó un fundo para escuelas católicas en su ciudad cuya población es mayormente negra y no católica.  Su propósito era dar educación excelente a los niños pobres.  Cuando algunos se quejaron de que esos niños no eran católicos, el obispo defendió el fundo diciendo: “No los educamos porque ellos son católicos sino porque nosotros somos católicos”.  Desde entonces ha habido varias organizaciones de caridad usando la misma lógica en sus pedidos para fundos.

 

Por más de veinte años la Iglesia en todas partes del mundo ha sido criticada por dejar de quitar del servicio a los sacerdotes que abusaban a los niños sexualmente.  No solo violaban la enseñanza de Jesús en el evangelio hoy, sino también desdeñaban todo sentido de la moral contemporánea.  Jesús muestra su repugnancia para este tipo de abusador cuando dice que su pena será peor que ahogarse en el mar adentro.  Pero hay otros tipos de abusos de niños que merecen nuestra atención ahora.

 

Hoy en día muchos niños viviendo en hogares sin los dos padres presentes.  La situación causa problemas psicológicos y espirituales que a menudo llevan a los niños a vidas disolutas.  Sí en ciertos casos es necesario que los padres no vivan juntos.  Pero para evitar estos problemas los jóvenes deben considerar estas tres responsabilidades: esperar hasta que se casen para tener relaciones sexuales, buscar consejo sabio antes de que escojan una pareja, y casarse legalmente. 

 

Finalmente, Jesús exhorta que sus discípulos eviten el pecado para que no sean condenados a la miseria cuando mueran.  Su lenguaje es hiperbólico y no deben entenderse literalmente.  Nunca debemos cortar una mano o sacar un ojo menos que tengamos que hacerlo para salvar la vida.  Podemos relacionar su mandato con dos cuestiones contemporáneas.  Primero, ahora lo que causa a muchos a pecar es el celular que transmite la pornografía.  La pornografía viola la dignidad humana tanto como la castidad.  No vamos a decir que boten el celular, pero quizás las personas vulnerables a la pornografía puedan obtener filtres para objetos inmodestos.

 

Muy pocos querrían cortar una mano o un pie, pero evidentemente algunos quieren mutilar sus cuerpos para disimular el género asignado a ellos al nacimiento.  Pueden usar hormonas y buscar la cirugía plástica para aparecer como personas del sexo opuesto.  Muchas veces personas con esta disposición sufren interiormente.  Por el amor de Cristo debemos tratar de confirmar la bondad de sus vidas como se han creado. Es pecado contra la Providencia de Dios pretender cambiar el sexo.

 

La vida humana no es fácil, ni por los ricos, ni por los pobres.  Pero no es tampoco imposible para nadie.  Para hacerla no solo aguantable sino también gozosa debemos recorrer al Señor Jesús.  Se puede discernir su voz en el evangelio.  Aun mejor, se puede aprovecharse de él, cuerpo y alma, en la Eucaristía.

 

Carmen Mele, OP <cmeleop@yahoo.com>

 

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2.
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“PRIMERAS IMPRESIONES”

DOMINGO 26 (B)

29 de Septiembre de 2024

Números 11:25-29; Salmo 19; Santiago 5:1-6;
Marcos 9:38-43, 47-48

Por: Jude Siciliano, OP

 

Queridos predicadores:

 

¿Por qué los discípulos de Jesús se opusieron a que un exorcista que no era de su grupo usara el nombre de Jesús para expulsar demonios? ¿Pensaban que formaban parte de un círculo privilegiado que reclamaba el poder de Jesús sobre los espíritus malignos sólo para ellos? ¿Eran como miembros privilegiados de un club exclusivo? ¿Podemos los miembros de la comunidad de Jesús mirar más allá de nuestras fronteras y ver su Espíritu obrando en el mundo entre aquellos que tal vez no digan ser parte de nuestra comunidad?

 

Sí, valoramos nuestra membresía bautizada en la iglesia de Jesús y obtenemos un gran significado y apoyo como seguidores suyos. Pero Jesús nos desafía a no aislarnos, como parecían estar haciendo los discípulos. Rechazaron el uso que el “extraño” hizo de los poderes que Jesús les había dado. Jesús no era tan exigente. El hombre estaba haciendo una buena obra. Jesús parecía dispuesto a compartir su poder con aquellos que estaban fuera de su grupo, ya que se estaba haciendo el bien.

 

Los discípulos estaban protegiendo su territorio. Se consideraban prioritarios, “el grupo oficial de discípulos”. Su mentalidad competitiva les impedía ver los beneficios que sufrían quienes recibían ayuda de alguien a quien consideraban un extraño. Se estaba liberando a la gente de lo que la mantenía atada, se estaba haciendo el bien, y sin embargo los discípulos hacían la vista gorda.

 

Cualquiera que hiciera exorcismo en nombre de Jesús no hablaría mal de él ni le desearía daño. Jesús había dicho previamente que pertenecían a su familia. “Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: “Éstos son mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre” (Marcos 3:34-35).

 

Miremos a nuestro alrededor y observemos las buenas obras que hacen los demás, las obras que Jesús pide a sus discípulos que realicen: alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, visitar a los presos, sanar a los enfermos, etc. Si eso es lo que Jesús quería que se hiciera, ¿hay otros, además de nosotros, que hacen esas obras? ¿Podemos, por tanto, reconocer el Espíritu de Jesús en ellos, aunque no estén con nosotros en el culto dominical? ¿No sería maravilloso que todos hicieran las “obras de Jesús”, ya sea que estuvieran con nosotros o no? Si se está haciendo el bien, Jesús parece querer que lo afirmemos, aunque lo hagan “forasteros”. La comunidad debería encontrar formas no excluyentes de afirmar su identidad. Jesús advierte que no debemos poner piedras de tropiezo en el camino de las personas que buscan saber a través de nosotros quién es Jesús. Abstenerse de juzgar precipitadamente.

 

Jesús nos llama a ser menos restrictivos y a ver a quienes hacen la voluntad de Dios como parte de nuestra compañía, a menos que demuestren lo contrario mostrando hostilidad o sosteniendo valores contrarios a los del reino de Dios. No debemos excluir; dejemos que otros lo hagan con su manera de comportarse y con lo que creen. Nosotros, los discípulos, debemos dar la bienvenida a quienes buscan expulsar el mal en su multitud de disfraces.

 

Jesús también advirtió a sus discípulos que ellos mismos podrían tropezar. Utiliza un lenguaje sencillo para explicar su punto: “Si tu mano te hace pecar, córtala… Si tu pie te hace pecar, córtalo” (¡Imagínense si lo tomáramos en forma literal! No tendríamos manos ni pies para servirle). Entendemos el punto.

 

Jesús advierte contra el escándalo de los “pequeños”. Él acogió y abrazó a los niños. (Cf. Evangelio del domingo pasado, Mc 9,30-37) Pero los “pequeños” a los que se refiere son aquellos sencillos que creen en él. Una traducción lo dice así: “aquellos creyentes insignificantes”. Estos “pequeños” pueden ser aquellos que siguen a Cristo y realizan actos sencillos de amor en su nombre. Tal vez no sean capaces de citar las doctrinas de la fe, pero sus vidas revelan que viven esas enseñanzas todos los días.

 

Así, por ejemplo, podrían hacer algo tan sencillo como ofrecer un “vaso de agua para beber porque perteneces a Cristo”. Los “grandes actores” de la comunidad no son sólo aquellos que pueden vencer los poderes del mal, sino también aquellos que realizan simples actos de bondad. Jesús está diciendo que no pasemos por alto a estos últimos porque las grandes acciones de los primeros nos distraigan. Los actos de los “pequeños” hacen tanto por crear el reino de Dios en la tierra como los actos que llaman la atención de los llamados “grandes”. Estos pequeños hacen lo que hacen porque creen en Cristo y Él los acepta. Por lo tanto, al aceptar a estos “pequeños” estamos aceptando a Cristo.

 

Debemos esforzarnos por seguir las enseñanzas de Jesús y hacer la voluntad de Dios. Él se dirige a nosotros, no como a personas ajenas a la Iglesia, y nos advierte que debemos tomar en serio el evangelio y vivir a su luz. Es Juan quien le plantea la pregunta a Jesús sobre el hecho de que un extraño use el nombre de Jesús para hacer buenas obras. Juan, junto con Pedro y Santiago, era uno de los más cercanos a Jesús. La frase “en mi nombre” aparece solo en el evangelio de Marcos. Los discípulos están conectando el “nombre” de Jesús con su identidad y poder. Es lo que hacemos los cristianos cuando observamos su enseñanza y hacemos su obra: actuamos “en el nombre de Jesús”. Traemos su presencia viva al mundo.

 

Haga clic aquí para obtener un enlace a las lecturas de este domingo:

https://bible.usccb.org/es/bible/lecturas/092924.cfm

 

P. Jude Siciliano, OP <frjude@judeop.org>