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IV
DOMINGO de ADVIENTO12/22/2024
Miqueas 5: 1-4; Hebreos 10: 5-10; Lucas: 1:39-45
Con solamente tres días antes de la Navidad, la Iglesia nos invita a contemplar
la visita de la Virgen María a su prima Isabel. Vemos el encuentro de estas dos
mujeres que han recibido la gracia de Dios de una manera extraordinaria. María
está embarazada por el poder del Espíritu Santo. Ella había recibido la visita
del ángel Gabriel, quien le dijo que ella era la escogida de Dios para traer al
mundo al Mesías. Isabel por otra parte había recibido la gracia para concebir a
un hijo a pesar de su avanzada edad. Solamente podemos imaginar la conversación
que estas dos mujeres tuvieron después de escuchar lo que el Evangelio de San
Lucas nos ofrece.
Se puede leer este relato en dos niveles. Lo más sencillo es al nivel que pudo
observar los vecinos de Isabel. Seguro que había mucho comentario acerca de su
estado de embarazo. En un pueblo chiquito, todo el mundo estaba al tanto de los
acontecimientos de la vida. La gente conocía a Zacarías en su capacidad de
sacerdote en el templo. Puede ser que la gente le había mirado a Isabel con
compasión por no poder tener hijos. Pero tal vez algunos se preguntaron si era
por causa de un pecado de su parte o de la parte de sus familiares. Seguro que
al verle embarazada, han reconocido el poder de Dios.
Y a María, tal vez la mayoría de los vecinos de Isabel no le conocían y no se
dieron cuenta de su embarazo. Para los vecinos de Isabel, era solamente una
visita de primas, la más joven venia para ayudar a la otra, ya de edad. Cuando
han ido a ver al niño después que nació Juan, tal vez han comentado de la mudez
de su padre hasta que le han puesto el nombre de Juan. Pero al nivel
superficial, los vecinos han visto un acto de generosidad de la parte de María,
y un acto de Dios de la parte de Zacarías y su esposa.
Para nosotros, hay un nivel de significado muy profundo. Vemos a dos mujeres
extraordinarias que han experimentado milagros en la concepción de sus hijos.
Sabemos que los dos hijos tienen un papel esencial en la historia de salvación.
Escuchamos las palabras de una y otra reconociendo la obra de Dios y alabando a
Dios por su misericordia. Las dos viven con fe, guardando los secretos de su
papel en el plan de Dios, y preguntándose cómo iba a ser su vida desde este
momento.
Podemos decir que cada uno de nosotros vivimos también nuestra vida en dos
niveles de entendimiento. Al nivel superficial, hacemos las preparaciones para
la fiesta: comprando regalos, preparando comida especial, adornando la casa,
escuchando los cánticos Navideños en la radio, asistiendo a celebraciones,
saludando a vecinos con alegría, y los muchas cosas que dan un sentido especial
al día de Navidad. Este año, andamos preocupados por la violencia contra los
inmigrantes y refugiados y la falta de comprensión que existe al nivel de la
política. Nos preguntamos cómo podemos ayudar a nuestros niños a creer en un
mundo más seguro y sano.
Pero al nivel más profundo, nos damos cuenta de la obra de Dios. Con el misterio
del nacimiento de Jesús, todo está cambiado. Nuestra carne humana ahora comparte
la vida divina. Andamos en tierra sagrada y vivimos una vida sagrada. Vivimos
como María e Isabel, dándonos cuenta de los secretos de Dios. Los vecinos nos
ven como personas sencillas, sin importancia. Pero sabemos que tenemos un papel
en la vida sagrada del mundo.
La Navidad se acerca. Tenemos la oportunidad de unirnos con estas dos mujeres y
su ejemplo de fe, valentía y confianza. Podemos pedirles que nos ayuden a vivir
más conscientes del nivel profundo de la acción de Dios en nuestra vida. Podemos
pedir la sabiduría de cantar con alabanza las maravillas de Dios.
Sr. Kathleen Maire OSF <KathleenEMaire@gmail.com>
(Las últimas siempre aparecen primero).
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