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XXXI

DOMINGO

(A)

XXXI Domingo Ordinario (A)

11/5/2023

Malaquías 1: 14- 2, 8-10

Tesalonicenses 2; 7-9. 13

Mateo 23: 1-12


 

Las lecturas de hoy hablan directamente a los líderes de la religión judía, sea en el tiempo del profeta Malaquías como en el tiempo de Jesús.  El autor pone un tremendo énfasis en la importancia de actuar con humildad y sinceridad cuando uno tiene una posición de autoridad.  En el Evangelio Jesús está hablando con los discípulos, avisando que ellos deben seguir las enseñanzas de los escribas y fariseos, pero no deben imitar sus obras. Estos líderes estaban actuando para recibir respecto y admiración de la gente, y no por demostrar la compasión y misericordia de un Dios de bondad.

 

Pero estas lecturas no son solamente por los líderes de la religión.  Podemos decir que cada uno de nosotros tiene un puesto de responsabilidad en cuanto a la religión.  Es cierto que es por medio de nuestro ejemplo que otros conocen a Dios.  Si enseñamos por nuestro ejemplo que Dios quiere el bien de todos, que Dios es paciente y misericordioso, y que Dios perdona a los pecadores, estamos predicando mucho más fuerte que los que solamente hablan del altar.  Si nuestra vida diaria incluye visitas a los enfermos, cariño por los abandonados, y apoyo por los que sufren necesidad, otros pueden ver la cara de Dios.  Si nuestra manera de ser expresa alegría y esperanza, estamos revelando la voluntad de Dios en nuestro tiempo.

 

Si buscamos una imagen de lo que debe ser un líder en la iglesia, tenemos las lindas palabras de san Pablo: “Cuando estuvimos entre ustedes, los tratamos con la misma ternera con la que una madre estrecha en su regazo a sus pequeños.”  Era raro que un hombre en una sociedad patriarcal usara una imagen femenina para expresar su devoción a la gente.  Sin embargo, san Pablo pensó que solamente esta imagen pudo revelar su devoción y dedicación.  Él lo usa como una expresión de devoción que debe tener todos los encargados de la palabra de Dios. 

 

Vemos que los líderes de la Iglesia, sea sacerdotes o lacios, deben actuar con humildad.  Deben entenderse como servidores de la gente, prestando servicio desde una pasión por el reino de Dios.  No deben buscar puestos de honor, regalos ni excepciones.  No deben verse como dignos de privilegios especiales, sino verse como hermanos y hermanas de los que están caminando en la luz del Señor.  Su visión no debe ser uno de jerarquía, sino de solidaridad con los demás. 

 

Nuestro Papa Francisco nos avisa de otro aspecto de servicio.  El dice que son hipócritas los que hacen un pretexto de ser perfectos.  Dice más bien que todos nosotros tenemos la gracia que vienen de Jesús: la gracia de alegría, la gracia de magnanimidad, la gracia de generosidad.   Dicen que los hipócritas no conocen lo que es la alegría, su interés es solamente su propia importancia.  El Papa dice también que debemos recitan la oración del publicano en el Templo: Señor Dios, ten misericordia de mí, un pecador.

 


"Sr. Kathleen Maire  OSF"  <KathleenEMaire@gmail.com>


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