Estimados
Lectores,
A lo largo del
Antiguo Testamento escuchamos historias que son raras para la perspectiva
moderna e incluso para muchos cristianos. Un ejemplo es el episodio cuando Dios
pone a prueba la fe de Abraham al exigir el sacrificio de Isaac, el hijo único
de Abraham y Sara. Sin embargo, se tratan de historias de una cercanía entre
Dios y algunos seres humanos predilectos pero sencillos que parecen ser
inimaginables para nuestros tiempos. Para comprender los relatos antiguos de la
Sagrada Escritura y las historias de fe que forman la vida de cada creyente es
necesario primero volver a Dios y dejarlo ser parte de nuestro caminar diario
para que Cristo sea nuestro acompañante y nosotros lo llevamos a compartir lo
que acontece en nuestra vida y en nuestro alrededor.
Paz y bien,
Padre fray
Charlie, O.P.
2do
Domingo de Cuaresma, Ciclo B
Lecturas:
Génesis 22, 1-2. 9-13. 15-18 / Salmo 115 / Romanos 8, 31-34 / Marcos 9, 2-10
Al leer la historia
del sacrificio de Isaac y como Dios pone a prueba la fe de Abraham, algunas
personas entre ellas hombres muy letrados han reaccionado en una manera fuerte
hasta con un sentido de rechazo de Dios. Es cierto que la historia puede ser
difícil de comprender mucho más para la persona que no tiene fe madura en Dios o
que nunca ha experimentado la bondad de nuestro Amado Creador. En otras
palabras, un ateo o persona no creyente en Dios no podría comprender el actuar
de Dios pues no tiene mucho sentido criticar alguien y algo que nunca había
conocido.
El trasfondo de aquel
episodio, como en todas las historias de las demás personas principales del
Antiguo Testamento, entre ellos Adán y Eva, Noé, Moisés y los demás patriarcas y
profetas, es la cercanía entre Dios y Abraham. La cercanía con Dios que gozaba
Abraham fue una relación tan estrecha e íntima y parece que borró la separación
entre Dios y el hombre. Dos aspectos importantes para tener en cuenta son la
intimidad entre ambos y el hecho de que la relación fue la pura iniciativa de
Dios.
Cuando Abraham es
probado es porque él ya tuvo un conocimiento de su Creador. Mas de tener un
conocimiento de Dios, Abraham fue conocido hasta el fondo de su corazón por su
Creador. Dios ya había revelado su plan a Abraham y demostrado su preocupación
por aquel hombre que andaba como forastero en el desierto. Siendo ser humano
insignificante ante los ojos del mundo, Abraham comenzó a recibir muchas
bendiciones de Dios y descubrir que su vida tuvo un gran propósito y que su
propia historia iba a ser el inicio de grandes pueblos.
Semejante prueba
nunca hubiera sucedido entre Dios y alguien que desconocía los caminos de Él.
Solo es posible entender lo que pasa en la historia por haber conocido y
experimentado la bondad de Dios y haber reconocido su gracia en nuestro entorno.
La voluntad de Dios
de querer estar en relación con nosotros es la expresión de su amor hacia cada
ser humano y surge como fruto de la imagen divino, el Imago Dei, que
llevamos dentro de nuestro ser. En otras palabras, su amor y su iniciativa hacen
despertar la bondad y la fe que ha sembrado en nuestro interior. Es nuestro
deber de reconocer la fe como don de Dios y expresión de su deseo de cercanía
con nosotros y responder al amor divino con amor humano. Así podemos apreciar la
distinción entre ser tan solo creaturas de la tierra o ser la creación de Dios y
sus hijos amados.
Parece que aquellos
personajes antiguos tenían una gran ventaja por recibir tan singular atención de
Dios y que la cercanía con Él que gozaban es algo que nunca podríamos
experimentar aquí en la tierra y en nuestros tiempos. Sin embargo, ya es hora de
apreciar más el significado de la Encarnación del Señor Jesús.
Es posible para Dios
entrar en una relación cercana en forma individual con una persona y los santos
son grandes ejemplares de semejantes amistades. Pero ahora Dios en Jesucristo se
dispone de estar cerca de cada uno de nosotros y con su cuerpo en la tierra, la
Iglesia. Dejándonos su cuerpo y su sangre como alimento de la vida eterna es la
manera que ha puesto en nuestras manos para gozar de una cercanía con el Señor
que nuestros mas antiguos antepasados no podrían imaginar.
Nuestro Padre Creador
no está contento estar lejos de su creación y siempre deja ver rastros de su
presencia. Para nosotros sus criaturas que gozan la singular bendición de su
imagen y semejanza y que reciben la bendición de estar entrelazado con Dios por
medio del Cuerpo y Sangre de Cristo, recibimos la gran prueba de su amistad: la
experiencia de su gran misericordia.
Las historias del
libro de Génesis parecen fábulas para las personas que no conocen a Dios y no
reconocen su bondad y la posibilidad de un amor que va más allá de nuestros
deseos e intereses. Además, Dios parece distante para aquellos que han olvidado
que su amor se actualiza más en la vida en la medida de que estamos dispuestos
amar.
El
reto para nosotros es resistir la tentación de dejarnos llevar por
sensibilidades modernas o por el cinismo y confiar en Dios en todo momento y
cada circunstancia, no por una fe ciega o por ser demasiado crédulos sino por
haber experimentado su amor incondicional y estar disponibles de amar en la
misma manera.
Padre fray
Charles Johnson, O.P.